El Romero (Rosmarinus officinalis) es una de las plantas medicinales y aromáticas más utilizadas en la gastronomía, así como para el cuidado de la salud. Sus propiedades han sido estudiadas desde antiguo y abunda la bibliografía dedicada a este subarbusto tan popular. Se asegura que los faraones egipcios hacían poner sobre su tumba un ramillete de Romero para perfumar su viaje al país de los muertos. Griegos y romanos lo consideraban símbolo de la regeneración. Los árabes lo suponían capaz de repeler las plagas y formaba parte de sus jardines. Y en el Renacimiento se utilizaba para elaborar la famosa agua de la reina de Hungría, una loción perfumada que aseguran que le permitió a la reina consorte Isabel Piast (1305-1380) conservar su lozanía hasta los 70 años. También se quemaban hojas de Romero en los hospitales franceses para combatir las epidemias.
Más allá de verdades, mitos y tradiciones, en esta oportunidad queremos compartir con los amigos de la página un pequeño truco para multiplicar el Romero con facilidad.
El Romero, de por sí, se puede propagar sin complicaciones a partir de esquejes. Pero esta técnica los va a asombrar: se trata de colocar pequeñas ramitas de Romero en un frasco de vidrio con apenas un par de gotas de agua, sin necesidad de quitarle las hojas (solo algunas inferiores), tapar el frasco, dejarlo en algún lugar luminoso pero sin exponerlo al sol directo y darle tiempo a la naturaleza para que haga su tarea. En aproximadamente una semana van a encontrar que las ramitas generaron raíces, momento en el cual se pueden pasar a maceta. En las fotos pueden verse las dos etapas de unos romeros que propagamos recientemente: recién colocados los esquejes en el frasco y luego, con las raíces bien visibles. Hagan la prueba y después nos cuentan.